Escribir es algo más que pura inspiración

Silvia Hopenhayn 
Para La Nación

Tomar decisiones en la vida es parecido a escribir. Una manera de afrontar la página en blanco. El vértigo solventa los riesgos.

Pero así como en la vida esto conlleva un carácter irreversible, al escribir, uno puede volver hacia atrás, leer lo escrito y, con la fluidez del teclado, quitar, insertar o simplemente regocijarse con lo hallado.

Escribir es un hallazgo. Pero no necesariamente improvisado.



Hay varios libros de escritores que intentan dar cuenta del proceso creador. Por heterodoxos, se recomiendan tres. Uno de ellos motiva este recorrido, ya que es de reciente aparición: Suspense, de Patricia Highsmith. De esta autora norteamericana, sutil y filosa, que cambió el rumbo de la novela policial, también sugiero los cinco títulos protagonizados por su célebre antihéroe, Tom Ripley, tres de los cuales cuentan con adaptaciones cinematográficas de directores célebres: Hitchcock dirigió Extraños en un tren, René Clément, A pleno sol, y Wim Wenders, El amigo americano.  

Suspense es una suerte de ensayo donde Highsmith brinda algunas claves fundamentales para estructurar una historia de suspenso, siempre supeditado al estilo particular de cada autor que finalmente es lo que va a definir la trascendencia literaria.

Se inclina por la interrogación. "Al emprender el desarrollo de un argumento, el escritor debe hacer las siguientes preguntas cruciales: ¿Terminará el héroe en calidad de vencedor o de vencido? ¿La atmósfera imperante será de comedia, de tragedia o una mezcla de ambas? ¿O se trata más bien de la clase de relato que informa fríamente acerca de los acontecimientos y el destino cruel para que el lector saque sus propias conclusiones?"

Escribir es una respuesta. Pero no necesariamente inmediata. Es el esmero de una búsqueda y su implícito deseo de alcanzar una forma.

En este sentido, el libro de Stephen King, Mientras escribo, plantea ciertos dilemas éticos que indican una postura radical, pero también desenfadada. Cómo sentarse frente a la página en blanco. ¿Acaso es mera inspiración o producto del talento? El rey del terror despotrica bastante contra los que se autodenominan escritores por el sólo hecho de escribir de vez en cuando y publican algún libro para justificarlo. "Me parece increíble que haya gente que lea poquísimo, pero escriba y pretenda gustar a los demás. Si tuviera un centavo por cada persona que me ha dicho que quiere ser escritor pero que ?no tiene tiempo de leer´, podría pagarme la comida en un buen restaurante. Si no tienes tiempo de leer es que tampoco tienes tiempo (ni herramientas) para escribir."

Escribir es un trabajo. Pero no necesariamente redituable. Ni obligatorio.

Por eso, Daniel Pennac, el genial y divertido escritor francés (se recomienda su saga del personaje Malaussène, de cuyo nombre se desliza el significado "mal de senos"), comienza su famoso "tratado" sobre la escritura y la lectura, Como una novela, de manera risueña: "El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo amar, el verbo soñar? Se puede intentar. Adelante: ?¡ámame!, ¡sueña!, ¡lee! Pero lee de una vez, sube a tu cuarto y lee.´ ¿Resultado? Ninguno. Se ha dormido sobre el libro. La ventana, de repente, se le ha antojado inmensamente abierta sobre algo deseable." 

Fuente: La Nación-> http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1291028

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